Por Moises Cosio
Impulso 1:
Cierra los ojos. Trata de imaginar la cosa más abstracta que puedas… Algo que nunca hayas visto. Ahora intenta describirla.
No importa lo que hayas imaginado para describirla, vas a usar palabras. No puedes imaginar nada mas allá de tus palabras, sea lo que sea.
Intenta imaginar algo que no puedas describir…(seguro usaste algunos adjetivos para describir tu pensamiento “indescriptible”).
Nuestra realidad esta sujeta a las palabras y conceptos que tenemos. De hecho, no hay nada que no podamos describir.
Todo lo que nos podamos imaginar son cosas que ya conocemos.
Nuestra realidad es una realidad lingüística, osea que todo, todo, todo, son palabras.
Las palabras comenzaron nombrando cosas concretas: árbol, piedra, agua, etc. ¿Pero que hay de las palabras que nombran cosas que no son concretas?: amor, odio, alegría, tristeza, etc.
Alguien puede estar hablando de amor y la persona que escucha probablemente tenga un concepto muy diferente y puede no estar de acuerdo, pero al mismo tiempo puede tomar lo dicho como verdadero, aunque para el no lo sea y así, vamos co-creando confusión.
O el concepto de Dios (lo que cada quien entienda por eso). Si nadie tuviera un concepto de Dios, osea, si nadie nunca hubiera pensado en esa palabra… ¿existiría Dios? Si nadie nunca pensara en ésta u otra palabra, ¿serviría? Es pregunta.
Cierra los ojos. Trata de imaginar la cosa más abstracta que puedas… Algo que nunca hayas visto. Ahora intenta describirla.
No importa lo que hayas imaginado para describirla, vas a usar palabras. No puedes imaginar nada mas allá de tus palabras, sea lo que sea.
Intenta imaginar algo que no puedas describir…(seguro usaste algunos adjetivos para describir tu pensamiento “indescriptible”).
Nuestra realidad esta sujeta a las palabras y conceptos que tenemos. De hecho, no hay nada que no podamos describir.
Todo lo que nos podamos imaginar son cosas que ya conocemos.
Nuestra realidad es una realidad lingüística, osea que todo, todo, todo, son palabras.
Las palabras comenzaron nombrando cosas concretas: árbol, piedra, agua, etc. ¿Pero que hay de las palabras que nombran cosas que no son concretas?: amor, odio, alegría, tristeza, etc.
Alguien puede estar hablando de amor y la persona que escucha probablemente tenga un concepto muy diferente y puede no estar de acuerdo, pero al mismo tiempo puede tomar lo dicho como verdadero, aunque para el no lo sea y así, vamos co-creando confusión.
O el concepto de Dios (lo que cada quien entienda por eso). Si nadie tuviera un concepto de Dios, osea, si nadie nunca hubiera pensado en esa palabra… ¿existiría Dios? Si nadie nunca pensara en ésta u otra palabra, ¿serviría? Es pregunta.
Impulso 2:
Siempre me ha gustado romper estructuras. Nuestra vida y nuestro pensamiento se rige por estructuras morales, religiosas, políticas, económicas y sociales, y muchas veces ni nos preguntamos porque fueron creadas. Las tomamos como absolutas aunque no lo son.
Un día, platicando con mi mujer sobre como educaríamos a nuestra hija en el futuro, me di cuenta de que la mayoría de la cosas que dijimos no nos importan realmente y tampoco nos quedan. ¿Entonces porque queríamos educar a nuestra hija con valores que no eran nuestros y probablemente ni de nuestros padres? Eran valores heredados de antaño, que aunque ya no sirven para nosotros los íbamos a pasar automática e inconscientemente a nuestra hija.
Me quede pensando, “si no creo en muchos de esos valores o estructuras ¿porque quiero que mi hija si lo haga?”
Todo el odio que hay en el mundo es lo mismo: la mayor parte es heredado de hace años. ¿Porque entonces no aceptar ciertas cosas que no aceptaban mis padres o mis abuelos?
Por lo tanto, lo que propongo es CUESTIONÉMONOS:
¿Quien soy? ¿que represento?¿que son las relaciones?
¿qué entiendo por matrimonio? ¿funciona para mi?
¿Qué es la mujer? ¿qué es el hombre?
¿Porque me siento culpable? ¿por qué tengo miedo?
Hace años cuando leí “El Arte de Amar” de Erich Fromm comencé a dudar de mi religión. Hice un pacto conmigo mismo de ya no rezar como me habían enseñado, sino más bien meditar y cuestionar todo. Pase los peores tres meses de mi vida sintiéndome juzgado por Dios, teniendo pesadillas y disculpándome con él por no rezarle; no me quería ir al infierno. El miedo pasó y me di cuenta de que una cosa tan importante como “la mente” debe ser aprovechada y nadie puede enojarse por yo ejercer mi mayor derecho: pensar.
Ahora sigo sintiendo culpa cuando cuestiono cosas tan aceptadas por la mayoría como el tipo de gobierno, el tipo de sistema económico y cosas así. Pero venciendo el miedo y la culpa la recompensa es mucho mayor: dejas de vivir en un mundo de verdades absolutas para vivir en uno mucho más libre.
Mi gran amiga y socia Camila Vial se cuestionó hasta el mismo abecedario, e inconforme con las definiciones obsoletas que tenemos decidió crear las suyas propias. Un abecedario que hiciera sentido para un nuevo mundo.
Platicando con ella sobre este problema decidimos que es importantísimo inculcar el acto de “pensar” en todas las personas que nos sea posible y de esa manera ampliar la conciencia colectiva.
Queremos hacer un movimiento.
Pensamos mucho en cómo podíamos darnos a conocer como movimiento: un movimiento que rompa estructuras, que permita el cuestionamiento libre y la des-estructura.
Nos dimos cuenta que los espacios más baratos, y más vistos, en los periódicos son los obituarios. Era obvio: teníamos que matar algo para darnos a conocer.
Se me ocurrió matar la culpa, pero Camila me dijo que la culpa sólo era una rama, teníamos que ir mas profundo, teníamos que ir a la raíz. Teníamos que matar el miedo, enterrarlo. Esto sí que nos permitiría comenzar como se debe un movimiento nuevo. ¿Y que más simbólico que enterrando el miedo?
Les dejo saber cuando lo matemos para que también puedan ir a velarlo y guardando luto se preparen para la nueva era sin él como dictador.
Impulso 3:
Aprender menos para Saber más.
Si pudiéramos des-aprender muchas cosas que sabemos sería todo mucho mas fácil.
Nuestros conceptos pueden invadir nuestra paz. Un día alguien me dijo que intentara ver un árbol sin juicios (que difícil). Me di cuenta que no puedo ver nada concreto sin enjuiciar. Cuando ves un árbol no solo ves el árbol, ves tus memorias. Un árbol para mi puede ser golpes, columpios o hasta la casa de la tía en el bosque. Pero intentar aceptar un árbol como lo que es, sin ponerle nombre y borrando las memorias, se puede volver la cosa más bella, más perfecta que existe. Los pocos segundos que lo logré fueron los segundos con más paz que he tenido en mi vida.
Resumen:
- La realidad ES una realidad lingüística
- Des-estructuremos nuestras estructuras
- Aprendamos menos para Saber más.